viernes, 17 de abril de 2009

Las insolaciones urbanas, el mayor peligro en una ola de calor

Los efectos de la ola de calor que vivió Europa el verano de 2003 fueron de tal magnitud que todavía se recuerdan. Según las últimas estimaciones, durante el mes de agosto de ese año se registraron 70.000 muertes más de lo normal, de las que 14.800 se produjeron en Francia en tan sólo nueve días. Dos nuevos estudios centrados en ese periodo destacan que las insolaciones en las áreas urbanas son el mayor peligro de una ola de calor y señalan qué hacer para prevenirlas.

Un tercio de todos los fallecimientos se debió a insolaciones urbanas, una condición que aumenta rápidamente la temperatura corporal a más de 40ºC y que provoca el fallo de algunos órganos vitales. Un metaanálisis (revisión de estudios sobre un mismo tema) publicado en 'Archives of Internal Medicine' recoge que aquellas personas que tienen una enfermedad cardiovascular, pulmonar o psiquiátrica, tienen más riesgo de padecer este trastorno.

La investigación, la primera en agrupar todos los datos disponibles sobre la relación entre mortalidad y olas de calor, indica que la mayoría de las víctimas fallecen sin recibir cuidados en un hospital. Entre las que acuden a un centro médico la situación tampoco es muy esperanzadora, ya que la tasa de mortalidad en los hospitales por una insolación es del 60%.

Entre los factores relacionados con un mayor riesgo de fallecer durante los meses en los que las temperaturas son más elevadas, los autores del análisis citan "el hecho de estar confinado en una cama, no abandonar el hogar en ningún momento del día y la poca capacidad para cuidar de uno mismo". En cuanto a la presencia de otras enfermedades, las psiquiátricas triplican el riesgo de sufrir complicaciones en una ola de calor, seguidas por las cardiovasculares y las pulmonares.

Por el contrario, las situaciones que ayudan a minimizar los riesgos son "trabajar en un lugar con aire acondicionado, visitar otros lugares que estén refrigerados, participar en actividades sociales y darse baños y duchas diarias". Junto a estas medidas también "ayuda tomar agua abundante y utilizar el abanico", afirman los investigadores.

La experiencia de Lyon

A principios de agosto de 2003 Francia registró las mayores temperaturas desde 1873. En Lyon, con 1.200.000 habitantes, durante 10 días no se bajó de los 20ºC durante las noches y por el día se superaron los 35ºC. Un estudio prospectivo realizado en un hospital de esta ciudad, que aparece en la misma revista, reconoce que la ola de calor pilló por sorpresa a Europa y que la falta de experiencia ante esta situación pudo contribuir a la elevada mortalidad.

De las 1.827 admisiones en urgencias del hospital Edouard Herriot que tuvieron lugar entre el 3 y el 13 de agosto de 2003 (los días más calurosos), 83 de ellas (5%) se debían a insolaciones. El 84% de estos pacientes tenía más de 70 años, el 41% vivía en instituciones, el 96% tenía alguna otra enfermedad y el 76% estaba siendo tratado con fármacos para controlar la hipertensión, principalmente diuréticos, o tranquilizantes.

En el momento del ingreso, 39 pacientes tenían una temperatura de 41ºC, 47 entraron en coma y 36 estaban en estado de shock. El tiempo medio de estancia en el hospital fue de 24 días. Durante este periodo fallecieron 55 pacientes (65%) y sólo 35 superaron el día 28. A los dos años, únicamente 24 personas (29%) seguían vivas.

La 'isla de calor'

El estudio, dirigido por el doctor Laurent Argaud, del Servicio de Urgencias y Reanimación del hospital analizado, explica que "existe un efecto climático bien conocido, llamado 'isla de calor urbano', en el que los habitantes están expuestos a temperaturas extremas durante la noche y esto es lo que pasó en Francia durante el verano de 2003, lo que aumentó el índice de mortalidad".

Asimismo, los investigadores señalan que el estado clínico en el que entra el paciente influye en el pronóstico y que el consumo de medicamentos como hipertensivos incrementa el riesgo de muerte.

"El diagnóstico precoz de una insolación y el tratamiento adecuado lo antes posible reduce la mortalidad de estos pacientes", concluye el trabajo. Junto con la vigilancia de los órganos vitales, para ver si funcionan correctamente, los expertos recomiendan aplicar una terapia de enfriamiento para reducir la temperatura de un paciente con insolación.

No obstante, los investigadores reconocen que "la falta de experiencia ante este trastorno, bastante raro en Europa, pudo influir en que el método elegido para enfriar al paciente no fuera el adecuado, lo que explicaría la alta mortalidad registrada en los primeros días".

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2007/08/13/medicina/1187028206.html

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